de calculados métodos de suicidio
y nos reíamos.
Bajo las carcajadas
todas las horas que habíamos dedicado
en nuestras casas
a imaginar los hornos respirando
las sogas trepando a nuestros techos
el cómodo glamour de barbitúricos.
Y luego
la voz de tu psicólogo
el oráculo la certitud científica.
De alguna manera me contabas
que lo tuyo iba en serio.
Antes de marcharnos
te prohibí
hacerme llevar flores a tu tumba.
Nos despedimos graves.
Desde entonces
sueño con que estás muerta
con que me dejas sola para siempre.
2 comentarios:
Ey, fantástico. Las imágenes más trágicas son las mejores, los hornos que respiran y las sogas que trepan son fantásticas.
El final se me hace algo extraño, imaginar que alguien ha muerto a pesar de la promesa, pero también es interesante. Quedarse aún así con la tristeza. Le da mayor sensación de inevitable.
Un beso.
Gracias, Borja. Fíjate, precisamente dudaba por verlo demasiado trágico...
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