He contado
los millones de almas que pasan cada día
por este espinazo de hormigón.
Son muchas. Demasiadas.
El rumor de la goma y el asfalto
el agrio olor a vida que rezuman las aguas
de un río que no existe.
Son muchas, demasiadas,
las almas que caminan
sobre esta fealdad inexplicable.
Ellas no oyen el canto que sube desde el lecho.
Yo sí, yo entiendo este lenguaje.
“Un loco va a morir”, susurra el lodo,
“un loco va alcanzar la orilla”.
1 comentario:
Me llamas la atención hablando de almas, tú (aunque este texto ya lo leí, y ya quise decirte que me llamas la atención hablando de almas). Y si no escribo en las últimas dos entradas no es porque no me pase, sino porque estás un poco homicida literaria, y yo no me llevo muy bien con la muerte, últimamente.(Y me sigues encantando oscura. 'Hablábamos de muerte' es una pasada)
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