lunes, 19 de abril de 2010

HABLÁBAMOS DE MUERTE

de calculados métodos de suicidio

y nos reíamos.

Bajo las carcajadas

todas las horas que habíamos dedicado

en nuestras casas

a imaginar los hornos respirando

las sogas trepando a nuestros techos

el cómodo glamour de barbitúricos.


Y luego

la voz de tu psicólogo

el oráculo la certitud científica.

De alguna manera me contabas

que lo tuyo iba en serio.

Antes de marcharnos

te prohibí

hacerme llevar flores a tu tumba.


Nos despedimos graves.

Desde entonces

sueño con que estás muerta

con que me dejas sola para siempre.


2 comentarios:

dediego dijo...

Ey, fantástico. Las imágenes más trágicas son las mejores, los hornos que respiran y las sogas que trepan son fantásticas.

El final se me hace algo extraño, imaginar que alguien ha muerto a pesar de la promesa, pero también es interesante. Quedarse aún así con la tristeza. Le da mayor sensación de inevitable.

Un beso.

Clara dijo...

Gracias, Borja. Fíjate, precisamente dudaba por verlo demasiado trágico...