El Rayuel-o-matic marca el 61:
"Nota inconclusa de Morelli:
No podré renunciar jamás al sentimiento de que ahí, pegado a mi cara, entrelazado en mis dedos, hay como una deslumbrante explosión hacia la luz, irrupción de mí hacia lo otro o de lo otro en mí, algo infinitamente cristalino que podría cuajar y resolverse en luz total sin tiempo ni espacio. Como una puerta de ópalo y diamante desde la cual se empieza a ser eso que verdaderamente se es y que no se quiere y no se sabe y no se puede ser."
La eficacia del Rayuel-o-matic no sorprende ya a nadie. Sí lo hace, hoy, su capacidad nueva para la ambigüedad. Aunque si se le pide a un libro ser la Biblia bien puede salir con el Apocalipsis.
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