domingo, 13 de junio de 2010

"mujeres", manuel vilas






"No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres. "

Manuel Vilas, Resurrección.




3 comentarios:

i dijo...

Pues sí. Aunque(s): ''Nadie se acuerda de las mujeres'', no lo creo. Somos eternas musas, aunque a veces nos reduzcan a eso (''la verdad es que no sabemos nada de ellas'') porque no les interesa sabernos más allá de la mujer-misterio romántica (sí, ya sé que odias a Bécquer).

Y, desde las cavernas, somos cabezas organizadoras: nosotras hemos gobernado siempre en casa y cada vez lo hacemos más fuera de ella, creo que estamos mejor preparadas para dirigir, y que ellos también lo saben.

En todo caso, ''son ellas las que sostienen cualquier ciudad'', bueno, pero no ''con los golpes''. Con los golpes se agrietan las ciudades que sostenemos (y a menudo con el matrimonio, coño, y con la maternidad agrietamos nuestros cuerpos, y con la viudedad nuestro ánimo).

Que no se me malinterprete, no trato de restarle peso a las cremas, los tacones,los maltratos, dios, las lapidaciones. Es que no me convence el texto de Manuel Vilas. Claro que se acuerdan, todos, de nosotras: somos fundamentales. Incómodamente fundamentales, quizás.

Clara dijo...

Ay, pues yo sí estoy muy de acuerdo. Últimamente, mucho (tomando conciencia con el trabajo sobre feminismo).
Aunque no creo que estemos MEJOR preparadas para dirigir. No creo que tengamos cualidades propias, nadie, ni ellos ni ellas. Porque ellos y ellas no existen. Cultural todo, construcciones. Igual que el olvido, las musas como objetos.

Esas mujeres que sí están agotadas, yo lo veo.

No se acuerdan todos. Tampoco todas. (Ni nos olvidan todos.)

i dijo...

Yo sí creo que haya ellos y ellas, sea por lo que sea. Ya hemos hablado de esto, me parece...de los cazadores y las que se quedan en la cueva a pulir las pieles, preparar la comida, atender a los hijos e hijas. De si quizás ellos más compañeros, nosotras más arpías (nosotras menos valientes, ellos menos empáticos)...supongo que no hace falta entrar en eso del ''toda generalización implica errores'' con el que me machacó tanto mi profa de literatura en Bachillerato.

Puras construcciones culturales o puras diferencias genéticas, sí veo dos, sí noto diferencias. Claro que no somos todas más sensibles ni ellos más fuertes, esto es demasiado largo y complejo como para un comentario, debí pensarlo antes.

Y en fin. Mis musas no son objetos. Se parecen más, en todo caso, a la idea lejana que tenga de las diosas.