miércoles, 11 de noviembre de 2015

Una resistencia, por Sandra Cisneros


"They are the only ones who understand me. I am the only one who understands them. Four skinny trees with skinny necks and pointy elbows like mine. Four who do not belong here but are here. Four raggedy excuses planted by the city. From our room we can hear them, but Nenny just sleeps and doesn’t appreciate these things.

Their strength is their secret. They send ferocious roots beneath the ground. They grow up and they grow down and grab the earth between their hairy toes and bite the sky with violent teeth and never quit their anger. This is how they keep.

Let one forget his reason for being, they’d all droop like tulips in a glass, each with their arms around the other. Keep, keep, keep, trees say when I sleep. They teach.

When I am too sad and too skinny to keep keeping, when I am a tiny thing against so many bricks, then it is I look at trees. When there is nothing left to look at on this street. Four who grew despite concrete. Four who reach and do not forget to reach. Four whose only reason is to be and be".


Sandra Cisneros, "Four skinny trees", en The house of Mango Street (1984)


jueves, 9 de julio de 2015

Una despedida, por Elena Medel


"II

(Soy Salomón. Pienso construir un altar secreto para los domingos. No busco de vosotros
            una mano en la espalda, sino que la tendáis para ayudarme a escapar de la marea.
El río al que caí multiplica su caudal conforme los otros lloran. Mi corazón es una esponja,
            una caja negra que recoge
todo cuanto sucede.
El tanatorio, mientras, ejerce su función. Alquiler igual a frío.
Una mujer rubia, pálida, me da la bienvenida. Soy Salomón. Te mostraré mi altar secreto si me guías hasta donde descansa)

Ofelia al otro lado del cristal, Angélica después de cuatro años, respetada por las aguas,
mientras yo pataleo para no ahogarme. Pronuncio agua y lloro por aquello de lo que
            carezco. Como pulsar un botón en lo profundo de mi espalda. Lo conocido me
            zarandea.
Dijiste dos días antes: cuando mejore, iré a la peluquería a arreglar este desastre.
El cristal mostraba lo contrario: en tu pelo antes gris, revuelto, brillarán los bucles durante
            cuarenta días y cuarenta noches.
Nunca vulnerable, nunca muerta: tan hermosa como la última vez en que nos vimos.

(Dios, entonces, posó sus manos sobre mis hombros y me sentí sola)"


Elena Medel, fragmento del poema "Tara", Tara (2006)