viernes, 13 de abril de 2012

El río oscuro no es el agua revuelta





"NOVIA.- ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia). Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo, que era como un niñito de agua fría y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, siempre, aunque hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado los cabellos!"


Bodas de sangre, Federico García Lorca



Sobre las fuerzas superiores, sobre la voluntad, "no soy lo que soy, soy lo que hago", sobre la lengua ritual, primaria, primigenia, sobre las raíces, sobre lo enraizado, sobre los centros, sobre eso que viene de las tripas. Deseando volver a la página en blanco. Deseando.



2 comentarios:

Pablo Herrera dijo...

Bodas de Sangre es mi obra de teatro favorita. Creo que no he leído nunca nada que muestre tan de verdad lo que es el amor, lo que es no poder escapar de tu destino porque aunque te lleve a la muerte, no puedes, no quieres. Nunca he leído nada con tanta fuerza.

Didac Udagoien dijo...

¿y queriendo?