domingo, 12 de diciembre de 2010




Soy las lunas quebradas de los coches

que habitan los suburbios

la ira sorda que atraviesa el cristal

que prende el fuego

yo soy la gasolina que empapa el alquitrán

los niños que ven la calle arder desde sus camas

la sombra que les mece

las manos que levantan sus cuerpos en la noche

para darles a tientas el alimento santo

soy el grito metálico que cruza sus entrañas

y el olor acre que recorre los túneles

y el sudor que comparten bajo el suelo

mi suelo

el sudor que comparto bajo mí

su carne su tacto puro su calor su muerte lenta

yo agoto sus pulmones

soy

el pez que se agita soy la sed

soy la herida en el costado del monstruo subterráneo

y soy la sangre que corre y se dispersa

como insectos

por los hombros oscuros

soy la herida

el arma está en mis manos

y atravieso la noche

y atravieso los gritos de terror

y soy atravesada

por doscientos caballos que corren hacia el este

y trueno con la fuerza de doscientos caballos

sobre el cuerpo

que vendo

que he comprado

soy el metal

la mano que recibe

el paso lento y blanco que se pierde por

los árboles nobles de los campos

yo soy la multitud que observa muda

soy el peso sobre los hombros tiernos de las niñas

soy sus mantos azules

desgarrados

yo soy el cazador

yo soy el ciervo

y bramo hacia el oeste habitada por millones de voces de otro siglo

y caigo y me detengo muda sobre la hierba verde y viva

y sobre las pardas piedras muertas

y sobre los hombres

y crezco y me extiendo y conquisto

y soy

el norte y el sur

y estallo y todo estalla y todo permanece

Soy la bestia de dos espaldas

que muerde y que es mordida

la huella y el dolor

y la batalla

y el espacio que queda entre los cuerpos

Soy el latido

que bate y suena

los pasos que en el muelle

obedecen un ritmo que no escuchan

Soy el dios y la voz y el salmo

y el grito que se alza y que desciende

y el silencio que rompe y que subraya

Soy el reposo agitado de los cuerpos


la ciudad


la tierra húmeda







"posséder la vérité dans une âme et un corps" (A. Rimbaud)



"Il est l'affection et le présent puisqu'il a fait la maison ouverte à l'hiver écumeux et à la rumeur de l'été, lui qui a purifié les boissons et les aliments, lui qui est le charme des lieux fuyants et le délice surhumain des stations. Il est l'affection et l'avenir, la force et l'amour que nous, debout dans les rages et les ennuis, nous voyons passer dans le ciel de tempête et les drapeaux d'extase.

Il est l'amour, mesure parfaite et réinventée, raison merveilleuses et imprévue, et l'éternité : machine aimée des qualités fatales. Nous avons tous eu l'épouvante de sa concession et de la nôtre : ô jouissance de notre santé, élan de nos facultés, affection égoïste et passion pour lui, lui qui nous aime pour sa vie infinie...

Et nous nous le rappelons et il voyage... Et si l'Adoration s'en va, sonne, sa promesse sonne : "Arrière ces superstitions, ces anciens corps, ces ménages et ces âges. C'est cette époque-ci qui a sombré !"

Il ne s'en ira pas, il ne redescendra pas d'un ciel, il n'accomplira pas la rédemption des colères de femmes et des gaîtés des hommes et de tout ce pêché : car c'est fait, lui étant, et étant aimé.

Ô ses souffles, ses têtes, ses courses; la terrible célérité de la perfection des formes et de l'action.

Ô fécondité de l'esprit et immensité de l'univers! Son corps! Le dégagement rêvé, le brisement de la grâce croisée de violence nouvelle!

Sa vue, sa vue! tous les agenouillages anciens et les peines relevés à sa suite.

Son jour! l'abolition de toutes souffrances sonores et mouvantes dans la musique plus intense.

Son pas! les migrations plus énormes que les anciennes invasions.

Ô lui et nous! l'orgueil plus bienveillant que les charités perdues.

Ô monde ! et le chant clair des malheurs nouveaux ! Il nous a connus tous et nous a tous aimés. Sachons, cette nuit d'hiver, de cap en cap, du pôle tumultueux au château, de la foule à la plage, de regards en regards, forces et sentiments las, le héler et le voir, et le renvoyer, et sous les marées et au haut des déserts de neige, suivre ses vues, ses souffles, son corps, son jour."


Arthur Rimbaud, "Génie", Illuminations





"Él es el afecto y el presente porque él ha construido la casa abierta a la espuma del invierno y el rumor del verano, él que ha purificado la bebida y el alimento, él que es el encanto de los lugares huidizos y la delicia sobrehumana de las estaciones. Él es el afecto y el futuro, la fuerza y el amor que nosotros, alzados a la rabia y el hastío, vemos pasar por el cielo de tormenta y las banderas del éxtasis.
Él es el amor, medida perfecta y reinventada, razón maravillosa e imprevista, y la eternidad: amada y fatal máquina. Hemos sentido todos el terror de su concesión o de la nuestra: Oh, gozo de nuestra salud, impulso de nuestras facultades, afecto egoísta y pasión por él, él que nos ama en su vida infinita...
Nosotros le recordamos y él viaja... Y si la Adoración se va, suena, su promesa suena: 'Fuera esas supersticiones, esos cuerpos antiguos, esas parejas y esas edades. ¡Esta es la época que se apaga!'.
Él no se irá, no bajará de ningún cielo, no cumplirá la redención de la cólera de las mujeres y la alegría de los hombres y de todo este pecado: porque eso está hecho, siendo Él, y siendo amado.
¡Oh sus alientos, sus cabezas, sus carreras; la terrible celeridad de la perfección de las formas y la acción!
¡Oh fertilidad del espíritu e inmensidad del Universo!
¡Su cuerpo! La liberación soñada, la gracia quebrada por la violencia nueva
¡Su vista, su vista! Todas las antiguas reverencias y las penas levantadas a su paso.
¡Su paso! Las migraciones mayores que las antiguas invasiones.
¡Oh, Él y nosotros! El orgullo mejor que la caridad perdida.
¡Oh, mundo! ¡Y el canto claro de las nuevas desdichas!
Él nos ha conocido a todos y a todos nos ha amado. Sepamos, en esta noche invernal, de cabo a cabo, del polo tumultuoso al castillo, del bullicio a la playa, de mirada a mirada, cansados fuerzas y sentimientos, invocarle y verle, y despedirlo, bajo las mareas y sobre los desiertos de hielo, seguir sus ojos, su aliento, sus cuerpos, su día."


domingo, 5 de diciembre de 2010








El Vesubio alzado ante la bruma

yo con la boca abierta

esperando la ardiente llamarada

el manto de ceniza

el aire irrespirable.

Quiero tu sangre negra

tu mansa destrucción

tus lenguas sólidas

tu terco avance infatigable al mar.

Dibujo mi cuerpo ante tu boca

me ofrezco a ti

coloso tras la hoguera

espero mansamente que tu furia acepte bendecirme

que tu ceniza haga de mí un vacío.


Necesito que arrases esta tierra.




julio-agosto 2009