lunes, 11 de octubre de 2010




después de la primera marca

un arañazo en la espalda del mundo

y del llanto limpio de la tierra

después del alfa tembloroso entre el tigris y el éufrates

después del uno desbrozado

del dos quebrado del tres inexistente

después del padre y de su hijo y de la muerte que anunciaban

de las bandadas de omegas oscuros

de los santos que heredaron la tierra

de sus hembras que no heredaron nada

más que sangre

después de jasón y de medea

después de los nombres gravados en las piedras

blancas pulidas por esclavos

después del sol agudo sobre el vértice

dorado de las ruinas

después de zeus júpiter

de plutón infierno


después de las esferas divididas

del aquí y el allí del blanco contra el negro

y el bien frente

ante

bajo

el mal

y el todo olvidado tras el todo


después del púrpura en los escalones del senado

después del rey y de su báculo

alzado en medio de la plaza

del mercado

después de las monedas golpeando contra el yelmo

de los cuerpos comprados al señor devueltos al señor

de los vivos bajo la tierra santa

después del sueño de la noche pesada

sobre el párpado cerrado del gigante

después del canto de los gallos al alba

y aún hogueras en el campo de flores

y en medio de la hoguera una hoja de metal

después del rumor bronco del hambre y de la peste

del hambre y de la peste devorando el pan de las ovejas

del hambre y de la peste y de su furia

sosteniendo el manto el peso del imperio

después del estallido de las luces

y del abismo azul que revelaban

después de la pangea

resquebrajada en tantos enemigos

en tantos fuegos fatuos tantos himnos

después de los campos de batalla

y del dolor

uno solo

y de la madre

una

que se abraza a sí misma para siempre


después del mundo nuevo

del metal de trompetas y la pólvora

y la paz y la química

después de su suicidio

a manos de los grises de una instantánea kodak


después del hielo

del rostro oculto por el cabello negro de los muertos

de los cuerpos tostados de las niñas haciendo arder las largas carreteras

de los sueños de los hombres de paja

después del último alarido

y del beso asfixiándolo con un

tranquila todo saldrá bien


después del monstruo

de antenas erizadas

después del estruendo de teléfonos

que despiertan las luces de neón

después de los furiosos zarpazos del cristal

de los últimos días del invierno


después de la señal de dientes en la carne

más allá de los cuerpos

del eterno temblor que se repite

a las mismas tres de la mañana

en cada vida nueva

después de las espaldas lavadas con azotes

del abrazo

del odio hasta los huesos

del amor

de la luz y la estepa y el aullido

después

del velo desgarrado

con un silbido blanco

entre el alfa y la omega




vendrán mil años de calma










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